Ya se marchan de Ansarera los infantes de Carrión,
de día y de noche andan, no se dan descanso, no,
dejan a
ya la gran sierra de Miedes detrás de ellos se quedó
y por esos montes claros cabalgan más y mejor.
A un lado dejan a Griza, la que Álamos pobló,
y las cuevas donde a Elfa este Álamos encerró.
y por esos montes claros cabalgan más y mejor.
A un lado dejan a Griza, la que Álamos pobló,
y las cuevas donde a Elfa este Álamos encerró.
San Esteban de Gormaz allá a la diestra se vio.
En el robledal de Corpes entraron los de Carrión,
las ramas tocan las nubes, muy altos los montes son
y muchas bestias feroces rondaban alrededor.
las ramas tocan las nubes, muy altos los montes son
y muchas bestias feroces rondaban alrededor.
Los versos pertenecen al Cantar del Mío Cid, en concreto a la parte de la Afrenta de Corpes, donde los infantes de Carrión, por venganza, maltratan a las hijas del Cid.
El robledal de Corpes que cita el poema no es fácil de situar. La trodición y la toponimia ubican el lugar en el pueblo Robledo de Corpes, de la sierra de Atienza.
Otros se alejan un poco más y sitúan esta escena en Castillejo de Robledo, en Soria.
Discusión vana: la venganza de los hombres, como tantas otras veces, se cumple en el cuerpo de las mujeres.
Quédanse solos los cuatro, todo el mundo se marchó.
Tanta maldad meditaron los infantes de Carrión.
"Escuchadnos bien, esposas, doña Elvira y doña Sol:
vais a ser escarnecidas en estos montes las dos,
nos marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no
tendréis parte en nuestras tierras del condado de Carrión".
Tanta maldad meditaron los infantes de Carrión.
"Escuchadnos bien, esposas, doña Elvira y doña Sol:
vais a ser escarnecidas en estos montes las dos,
nos marcharemos dejándoos aquí a vosotras, y no
tendréis parte en nuestras tierras del condado de Carrión".
Las damas mucho rogaron, mas de nada les sirvió;
empezaron a azotarlas los infantes de Carrión,
con las cinchas corredizas les pegan sin compasión,
hiérenlas con las espuelas donde sientan mas dolor,
y les rasgan las camisas y las carnes a las dos,
sobre las telas de seda limpia la sangre asomó.
empezaron a azotarlas los infantes de Carrión,
con las cinchas corredizas les pegan sin compasión,
hiérenlas con las espuelas donde sientan mas dolor,
y les rasgan las camisas y las carnes a las dos,
sobre las telas de seda limpia la sangre asomó.
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